jueves, 1 de noviembre de 2007

La pasarela de la discordia

  • Malestar colectivo entre los alumnos de la Universidad Católica de la Santísima Concepción por la falta de techo de esa estrucura, mientras tanto las autoridades se hacen las desentendidas.

La pasarela que conecta la calle Paicaví con la Universidad Católica de la Santísima Concepción ha traído más de una vez algún molestar en la ciudadanía, espacialmente en el mudo universitario que generalmente deambula por ahí. Y esto debido a que dicha estructura carece de techo para proteger de la lluvia, además no reúne todas las condiciones de seguridad que por jurisdicción debería poseer.

Una encuesta realizada por El Telón reveló el malestar que produce esta situación entre los estudiantes. La mayor responsabilidad recae en las autoridades de esta casa de estudios.

El 99 % de los estudiantes señaló estar en desacuerdo con la condición que presenta la pasarela. Sólo el 1 % mencionó que el techarla sería gatillar la posibilidad de robos y asaltos.

Francisca Bizama, estudiante de Pedagogía en Inglés, manifestó su malestar ante este escenario, argumentando que la universidad debe gastar fondos para mejorar esa condición, ya que es una medida importante para el alumnado. Además, mencionó la incomodidad que deben atravesar cuando llueve en la capital del Bío-Bío. “Es incomodo llegar a clases todos mojados, por esto se debería gastar dinero en techarla que es una medida súper importante”, sentenció.

“La U debe ponerse la mano en el bolsillo y generar seguridad para los universitarios”, señaló Raúl Toledo, estudiante de Periodismo, quien agregó que la culpa recae en las autoridades. A su parecer su accionar es negligente a la seguridad de todos quienes pasan por ahí.

En menor medida para algunos la posibilidad de techar la pasarela sería un gatillo para que aumente la inseguridad y se genere la posibilidad de que aumenten los asaltos. Así lo planteo Camila Ugarte. “Si se coloca techo, creo que acrecentarían los robos, cosa que ya ha pasado antes”.

La totalidad de los encuestados coincidieron eso sí a la hora de buscar responsables. La acusación va dirigida a quienes llevan los hilos de la UC. El mayor argumento recae en la irresponsabilidad presentada de éstos y la nula intención de solucionar este problema.

Por esto revela como -una vez más- los intereses de las autoridades de una universidad radican en un ámbito netamente económico y está muy alejado de la intención de brindarles las mayores comodidades a sus alumnos.


sir Osvaldo Mancilla y Ávila

Soneto a una mujer pérdida

Un puñado años transcurridos para lograr quererla
Desde mi soleado amanecer junto a mi madre, hasta el día en que su mirada me enredó
¡Tiempo fatal el consumido sin un poco del veneno de su encanto!
Ella. Una mujer de aquellas innombrables,
¡Claro! porque el sólo hecho de nombrarla me hace temblar la mano, el cuerpo y ni que decir la manera como se sacude mi alma.

Hay mucha razón en pensar que es hermosa, sentirla como tal, enamorarse de ella o al menos intentar hacerlo
Hay mucho de cierto en decir que es tan difícil tenerla,
¡Difícil por cierto!
Dificultad que sólo expresa un amor puro.
Porque un amor falso no teme, no sonroja, sólo se falsifica.
Al contrario un amor límpido, nítido, diáfano es inconfesable
No sólo teme y de vez en cuando sonroja, sino que también se oculta
¡Para intentar aparecer en letras! Y pretender trastocar lo que se ama.

Puede que alguna vez la haya tocado, besado o le haya cantado al odio.
Puede ser que la hice sonreír muchas veces y llorar otra cuantas
Quizás la enamoré o hice que me pensará.
Quizás esto y mucho más.
Pero sin duda alguna
Sólo hechos ocurridos en sueños cándidos.
Sueños delicados, pero abandonados.
Aún la realidad me lo ha impedido
De una u otra manera
¡Y puede que siempre lo haga!.

Creo que moriré pensándola, llamándola en silencio y en lo oscuro que me confunde
Si respuesta alguna no rebota a la suplica de mi alma
¡No pereceré contento!
Fracasaré en este tímido intento.
Si tengo que escribir mil versos sólo con la vaga compañía de su recuerdo
No tendré excusas para seguir haciéndolo.

Tengo que recordar también la importancia de su mirada
Cristalina, limpia, traslúcida
De un verdor intenso como la cordillera teñida de primavera.
Se clavó en el fondo de mi retina y de mi remembranza.
Mi mirar perdido por toda la vida, ese oscuro mirar
Cayó letárgico como cae un pecado a su inquisidor
Al suelo se fue la corteza de un alma vacía
De un tapete mal construido
Sólo su mirada rompió ese conjuro siniestro
Apoyada con una sonrisa poética, inspiradora, dueña de admiración
Ambas trastocaron el fondo
Ambas poemas de amor
Ambas en fuga
En busca de herir con éxito mi corazón

El tiempo podrá olvidarla
Podrá decirse que fue sólo un invento
O una suplica perdida.
Podrá caer como hojas de árbol agónico
Como lágrimas de inmadurez
Se dirá que nunca existió en este mundo ni tampoco en el otro desconocido.
Se podrá morir sin nunca antes vivido.
Más nunca podrá decirse que no enamoró mis poemas
O que jamás se deslizó más de una noche entre mis dulces pesadillas
Podrá no haber nacido para el cosmos de lo inhumano
Será sólo un ángel visitante
De esos que sólo los enamorados conocen.
Será sólo un encuentro casual
En tanto algunos podrán matarla en el inconsciente
Pero sin duda habrá de permanecer toda la vida en mi propia vida.
En la desesperación de las horas
En mi prisionera espera.



Homenaje a todos quienes hacen posible que el amor y la poesía perduren.
Y en especial a ellas, musas eternas.

sir Osvaldo de Mancilla y Ávila