- El megamercado más grande del país ya se instaló en la comuna puerto, con promesas de variedad, buenos precios y un excelente trato, tanto a consumidores como a sus funcionarios... ¿Será cierto?
Cual plaga, los hipermercados Líder se han multiplicado a lo largo y ancho de Chile. El que se inauguró el viernes recién pasado en Coronel, es el local número 101 de la cadena en el país y el quinto en la región del Bío-Bío.
Quizá para muchos esta noticia pueda parecer positiva, por los bullados “Precios bajos… siempre” y las facilidades de pago. Sin embargo, no es tan así, porque Líder tiene a su haber un prontuario de situaciones bastante engorrosas, como el mínimo respeto por los derechos de sus trabajadores o los negativos efectos que generan al mercado existente hasta antes de sus prepotentes irrupciones.
Así lo han vivido en carne propia operarios del coloso en Viña del Mar y en Concepción, sólo por ejemplificar, ya que hay más casos a nivel nacional.
El 20 de enero del 2006, el semanario El Siglo publicaba el artículo “Líder: Sueldos bajos… siempre”, en el que evidenciaba los problemas que sufrían los trabajadores del supermercado, tanto en la sede de
Estos sindicatos marcaron un precedente, ya que fueron los primeros de la cadena en votarse a huelga, sin temor a las consecuencias que ello pudiera acarrear.
Al igual que todas las grandes empresas, Líder se caracteriza por un trato indolente hacia su personal, al que ve simplemente como una herramienta de trabajo y no en su calidad humana. Por si esto fuera poco, los salarios que pagan son una miseria, en comparación con las estratosféricas utilidades que percibe la marca.
Numerosos son los casos de ex obreros del hipermercado que han sido cesados con la única excusa de que, para la firma, era urgente realizar una reducción de trabajadores, siendo que lo que se buscaba realmente era contratar a una persona que hiciera la misma pega, pero por menos plata.
“Cuando me despidieron, mi jefe me dijo que siempre había hecho bien las cosas, con mucha responsabilidad. Por lo mismo, todas las noches me quemaba la cabeza pensando: Si hice todo bien, ¡¿Por qué cresta me echaron entonces?!”, contó a El Telón uno de los tantos “cortados” por Líder, Patricio Castro Venegas, quien laboró durante tres años en el local Bío-Bío de Talcahuano, en la región penquista.
Los otros damnificados
No sólo a su propio personal daña Líder, sino que hace lo mismo con el entorno comercial en el que se instala. Para nadie es un misterio el enorme imán consumista que genera este tipo de megamercados. La gente se encandila y se rinde ante los encantos y guiños del capitalismo, creyendo ciegamente en las ofertas y en el pago en cuotas.
Para graficar lo que provoca el supermercado, este dato es sumamente expresivo: hasta antes del arribo de Líder, las ventas de Santa Isabel en Coronel eran, en promedio, de 125 millones de pesos diarios. Con la apertura del hipermercado, esas cifras se redujeron a escasos 22 millones, lo que equivale a una disminución del 82% en las ganancias.
Sinceramente, esto a nosotros poco nos interesa. Que los problemas entre grandes capitales, los resuelvan entre grandes capitales. Lo que sí nos atañe, son los posibles despidos que se generarían en los supermercados de menor envergadura ubicados en la comuna puerto, debido a su mermada productividad.
De todas formas, el foco central de nuestra preocupación es el impacto negativo que podría causar en los pequeños almacenes y bazares el hecho de convivir con la mole.
Basados en esta inquietud, nos acercamos a un negocio típico de las poblaciones y que, desde hace unos días, cohabita con el vecino nuevo. Se trata del almacén Gente, ubicado frente a la posta de Lagunillas y su dueña, Rosa Oróstica, fue quien nos atendió y dijo: “Uno siempre cuenta con una clientela habitual y fiel, pero ante las facilidades que entrega el Líder, lamentablemente no podemos competir”, confesó la propietaria.
Hace más de doce años que este bazar abastece a su vecindario con los productos que comercializa, lo que le ha servido a doña Rosita para ganarse la vida de forma honesta y honrada, sin embargo, “desde que llegó el Gigante que las ventas han caído un poco y si la cosa sigue así, parece que vamos a tener que cerrar el boliche nomás”, relata con tristeza la longeva microempresaria.
El imperio ataca, contraataca e indudablemente lo seguirá haciendo, dejando a su paso a personas en la calle, fuentes laborales destrozadas y clientes con el agua hasta el cogote, agobiados por las deudas en que se transforman -con el correr de los meses- las tentadoras “facilidades de pago” prometidas en un comienzo.